lunes, 18 de enero de 2010

Oda a un recuerdo

Me encantaba tu mirada... en sí eran tus ojos, tus pestañas, todo de tí me volvía loca; tu sonrisa y tu voz... esa forma de hacerme daño con alegría y esperanza, me gustaban los recuerdos, recordarte y revivírte esperando que terminaran al volvernos a encontrar.

Me moría por momentos, con tu risa tan graciosa y tan fresca, tan alegre. Te recordaba más alto. Me gustaban tus manos y tu piel más suave que tus rasgos... tu pequeña sonrisa medio mueca y un poco torcida y un poco de lado, que solo al pensarla me temblaba hasta el cabello.

Me atraían tus palabras, durante años no cambiaron casi en nada, maduraron en mi mente y en mi ilusión partida; me mataban tus anhelos que eran míos, los quería, los deseaba tanto casi como la luna desea la marea.

Te entregué toda mi vida a cambio me obsequiaste mil promesas, juramentos y olvidé que los regalos no se pueden devolver.

No me gusta maldecirte ni quisiera revivirte. Deseaba tanto que pensé que llegué a amar.

Es en vano tu silencio pues aun soplan tus recuerdos y de la mano mis lamentos que son mudos y se clavan y se ahogan... dentro de un mundo que inventé por ti...